El actor Leo Bassi es demandado por la asociación de abogados cristianos

La RAE define proselitismo como "el celo de ganar prosélitos (seguidores)", es decir, el acto de convertir mediante el convencimiento a alguien de que se haga seguidor de tu credo, creencia, idea, secta...

Ahora bien, este supuesto no funciona a la inversa. Si bien es loable tratar de persuadir a la gente para que se una a tu causa, no lo es tanto el que intentes convencer de que no se unan a la causa del vecino de enfrente. Eso, cuando menos, es ilegal (e incluso inmoral llegado el caso).
Al menos es lo que piensa la Asociación de Abogados Cristianos, que ha presentado una querella a Leo Bassi, actor de reconocido prestigio, al Ateneo Republicano de Valladolid y al rector de la Universidad.

"Algo huele a podrido en Valladolid" (como diría Shakespeare), debieron pensar el pasado 6 de Octubre cuando el citado actor dio una conferencia – espectáculo en el que criticaba las raices judeo cristianas de Europa, tachándolas de fraude histórico a combatir.
No se perdieron el acto y concluyeron que no iban a dejar pasar la ocasión de demostrar que aquí en España el proselitismo es propiedad privada de algunos y que los demás lo que hacen es "ofender públicamente a la religión católica".

Quizá el fallo fue del Ateneo, o del Rector, no por autorizar el evento, sino por no informar a Bassi que aquí, cuando se trata de la iglesia, libertad de expresión ni la hay ni se la espera.
Debe ser un poco obstinado el nombrado cómico, ya que en Marzo de 2006 le dejaron una bomba en el camerino por criticar también al estamento eclasiástico. ¡Si es que no aprendemos!

Desde el Ateneo Republicano de Leganés queremos apoyar a los demandados y esperamos que la libertad de expresión gane una batalla que nunca se debió librar, ya que entendemos que es muy importante salvarguardar el derecho de opinar, comentar, criticar o hablar, ese derecho que tanto trabajo, condenas a muerte o años de cárcel ha costado y que lamentablemente algunos intentan socavar permanentemente. No hay ningún tema intocable (o inopinable), ya sea la política, la religión o las raices judeocristianas de esta Europa que tantos quebraderos de cabeza nos da a veces