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Intervención Ricardo Rodríguez acto "En lucha contra la crisis"


Intervención de Ricardo Rodríguez, escritor, trabajador de la Agencia Tributaria, militante de izquierdas, vecino de Leganés, en el acto público En lucha contra la crisis celebrado por el Ateneo Republicano de Leganés el 25/02/2010.


Buenas noches.

En primer lugar yo quiero felicitar al Ateneo Republicano por la iniciativa. A pesar de que parece que –como decía José Antonio [Sánchez Moro, miembro del comité de empresa de Air Comet y ponente del acto]– vivimos en una sociedad anestesiada, no es solamente que merezca la pena sino que no nos queda más remedio que seguir intentando desempolvar las conciencias de las personas, porque lo que se nos viene encima es bastante sombrío, sino hacemos algo por evitarlo.

Yo no me cuento en la actualidad entre los optimistas, ni acerca del desarrollo del periodo de depresión –que es como hay que llamarlo, con propiedad– socioeconómica que estamos sufriendo, ni acerca de la capacidad de reacción, en particular, de este país. A uno le provoca aliento que en otros lugares, de América Latina, en Venezuela, en Bolivia… parezca que las cosas se mueven, o que la clase trabajadora griega haya dado muestras de valentía y de decisión. A pesar de lo cual, como habréis visto, quienes gobiernan los destinos de los pueblos de Europa han decidido que no van a perdonar absolutamente ni una. Y que si la clase trabajadora griega se ha levantado en contra de las draconianas medidas que ha adoptado su gobierno, la Unión Europea, los burócratas de Bruselas, les exigen que las medidas sean todavía más duras. Esto es un termómetro que indica con bastante precisión como están las cosas, en qué punto se encuentran las cosas, y como es inevitable para salir de este pozo –como decía Moro– el conflicto, buscar el conflicto, y desenterrar el mecanismo esencial de lucha por nuestros derechos que es la lucha de clases.

Los capitalistas no han hecho ni un minuto de tregua, nunca, saben muy bien en qué consiste la lucha de clases y saben defenderse bastante bien. Pero a nosotros nos convencieron de que la sociedad podía avanzar por medio de un pacto social que respetaría los derechos de todas y todos, y del que todas y todos nos aprovecharíamos.

Yo agradezco al Ateneo Republicano que confíe en mí, no me siento capacitado para tanto como para presentar una alternativa completa y desde luego no tengo ni un ápice más de capacidad que el compañero Moro, y menos ahora, porque uno aprende fundamentalmente por la vía de la experiencia de la lucha, y él está viviendo desde hace tiempo una muy importante, de manera que él sabe bastante más que yo de cualquiera de estas cosas. Si tengo, como seguramente todas y todos vosotros, unas cuantas inquietudes. Yo hace como un año le hice una entrevista para Mundo Obrero al doctor Montes. Y cuando empezamos a hablar de la crisis, yo le decía que, hombre, “ya está bastante claro quienes son los responsables, alguna reacción habrá”. Y él ya entonces era tan pesimista como yo ahora. Me dijo, “yo creo que existe el riesgo de que el miedo que se infunde en la gente provoque una respuesta reaccionaria.” Y he ido comprobando con perplejidad y con terror que eso es lo que ha ido sucediendo. Y ese es el proceso que yo creo que estamos obligados a intentar revertir, porque nos va la vida en ello.

Deberíamos empezar por hacer un poco de memoria, como ha hecho Moro, también Óscar [García, presentador del acto por el Ateneo], porque si uno ve la televisión, escucha la radio y lee los periódicos, se diría que esta crisis empezó “porque se generó un déficit público insoportable, porque los funcionarios públicos cobran unos sueldos desorbitados, porque el gasto social es enorme y no se puede resistir… y entonces lo que hay que hacer es recortar el déficit público, recortar derechos sociales y apretarnos todos el cinturón.” De la manera que se decía antes, efectivamente, cuando se dice “cavemos”, siempre cavan los demás, yo no. Ése es el lenguaje de los capitalistas y de los imperialistas. Yo me acuerdo de que en la primera intervención imperialista contra Iraq, durante la cual en este país no gobernaba Aznar sino Felipe González –bueno es recordarlo todo-, después de la intervención en el Congreso de Julio Anguita, Felipe González salió a la tribuna muy enfadado y le dijo que “en algunos momentos en la vida uno tiene que dar un paso al frente y defender la dignidad aunque sea con su vida y con su sangre”, y yo esperaba que después Felipe González se iba a enrolar, iba a coger un fusil y se iba a ir a la guerra, y lo que hizo es mandar a la guerra a los demás. Ese es siempre el lenguaje con el que juegan con nosotros.

Bueno, pues la crisis empezó, como sabéis todas y todos perfectamente, por el sector financiero, porque entidades financieras ubicadas fundamentalmente en Estados Unidos, pero no sólo, estuvieron especulando sin ningún tipo de control. No porque sean torpes, sino porque saben que los platos rotos siempre los pagan los demás, y si pueden obtener beneficios extra, ¿por qué van a renunciar a ellos? Acumularon bloques de créditos incobrables y eso hizo saltar al sistema financiero. Inmediatamente después vino el que yo creo fue el primer error por parte de algunos intérpretes incluso de la izquierda y del movimiento obrero, que es reivindicar volver a un “capitalismo de rostro humano”, productivo, basado en la economía real, y no en la economía especulativa. Eso es un error porque siempre que se ha producido una crisis en el capitalismo, primero ha sacudido en el sector financiero y después ha sacudido en el sector de la economía. En el fondo una crisis del capitalismo no es nunca exclusivamente financiera. El sector financiero y el sector especulativo es la excrecencia del sistema capitalista. Es el que permite al capitalismo seguir funcionando con incrementos espectaculares de la tasa de beneficio durante un tiempo, hasta que todo estalle. Una vez que estalla, de rebote, le pega al resto de la economía. ¿Por qué? Porque un sistema económico que requiere incrementar de manera constante la producción y la tasa de beneficio está sometido siempre a crisis. Siempre va a tener estallidos cada vez más graves, y es lo que se ha contemplado, lo que hemos vivido, lo que la humanidad ha vivido a lo largo de todo el siglo XX y lo que sigue viviendo ahora. Y llega un momento en que la sobreproducción es tan grande que el propio sistema es incapaz de absorber todo lo que produce (cuando hablamos de sobreproducción no quiere decir que haya de todo para todos, es que el sistema capitalista no produce según las necesidades humanas, produce aquello que genera mayor tasa de beneficio), se provoca una crisis.

El propio capitalismo creó mecanismos para resistir esa crisis que pusieron en funcionamiento después de la gran depresión de finales de los años 20. Lo asombroso de esta gran depresión es, a parte de que en el capitalismo hay mecanismos de los que ya no dispone para salvarse de la crisis, que las recetas que se vuelven a proponer son exactamente las mismas que llevaron al mundo al borde de la ruina. Proponer cuando hay en un país cuatro millones de parados, el retraso de la edad de jubilación, la reducción del gasto público y la congelación de las ofertas de empleo público, es como si alguien intenta curarse un dolor de cabeza descerrajándose un tiro en la sien, es exactamente lo mismo. Es hacer la misma política económica que se viene haciendo al menos de treinta años a esta parte –de lo anterior mejor ni hablamos- pero más deprisa y más a lo bestia. Y parece que no hay reacción absolutamente de nadie.

Se manejan datos evidentemente falsos. Hoy desvelaba algunos con respecto al empleo público en un artículo Vicenç Navarro (yo recomiendo que se lean todos los artículos que publica Vicenç Navarro porque es una de las personas que con mayor claridad está analizando lo que está pasando en este país y en otros). La media del porcentaje de trabajadores en activo en el sector público en la Unión Europea es del 18%, en nuestro país apenas del 14%. Y todo el mundo en este país cree que somos el país con el mayor número de empleados públicos de la Unión Europea: es justo al revés. Pero lo dicen, lo dicen en todas las emisoras de radio, lo repiten, lo publican, dicen “éste es un experto”… Un tiempo más atrás, también el diario Público desveló que todos los estudios de mediados de los años 90 que anunciaban la quiebra del sistema público de pensiones ya para el 2001, que todos fallaron. Hechos por expertos, pagados naturalmente por entidades financieras con mucho interés en fomentar los fondos privados de pensiones, y todos fallaron. Y siguen haciendo los mismos estudios, y da igual. Da igual. Un país en el que un personaje como Díaz Ferrán sigue con la cara intacta es algo incomprensible desde un punto de vista racional. Pero eso es lo que hay. Y eso es lo que hay que revertir. Efectivamente, cogiendo fuerza, energía y razones, y con mero sentido común.

Una vez que estalla la crisis como estalla, hay medidas que son de sentido común y elementales, y que se deberían haber puesto encima de la mesa desde el principio por los sindicatos y por el movimiento obrero. Hubo organizaciones políticas que sí lo hicieron. La primera la nacionalización de la banca. Pero vamos a ver, si son esos golfos los que gestionan los recursos financieros con los que funciona la sociedad y son los que nos han llevado al borde de la ruina, ¿les dejamos que sigan gestionándolos? Eso es lo que hay decirles a los trabajadores. De momento a lo mejor es inviable nacionalizar toda la banca, pero si imprescindible un sector público, de banca pública, lo suficientemente potente y amplia como para que pueda gobernar todos los recursos financieros de la sociedad. Si no, estamos en sus manos.

En segundo lugar, algo que ha mencionado Moro, y que me gusta que lo haya mencionado, porque a mí también me gusta decirlo. Cuando la crisis estalló “esto fueron unos cuantos banqueros, pero de los malos –porque luego se sabe que hay otros como Emilio Botín que son gente decente, constructiva y amante la humanidad–, que bueno, que fueron poco precavidos y nos metieron en el encierro.” ¿Habéis oído que hayan juzgado y hayan metido en la cárcel a alguien? Y si no los han metido en la cárcel es porque el sistema funciona así. Porque se han atenido al mecanismo de funcionamiento del sistema. Luego eso hay que cambiarlo.

Desde un punto de vista nada revolucionario, incluso dentro de un modelo de sociedad capitalista, cuando una crisis es de de detracción del consumo, es decir, cuando lo que falta es consumo, la política pública tiene que ser expansiva. Lo contrario es suicida. Hay que incrementar el gasto público, no hay que reducirlo. Claro, lo que no hay que darles es todo el dinero a los banqueros, eso no. Incrementar el gasto público no quiere decir que uno se ponga a quemar los billetes. Pero incremento del gasto público, creando más empleo público, que es una vía de empleo digno, para los parados de este país, que a su vez va a estimular el consumo, que es lo que ellos quieren… desde una perspectiva incluso desde su propia óptica, de manual de economía política del capitalismo. Así es como se salió de la anterior recesión. Antes de Roosevelt, en Estados Unidos gobernó Hoover. Y Hoover aplicó las recetas económicas que se están aplicando ahora, hasta que llevó a la sociedad norteamericana y al resto de Occidente al borde de la debacle, al borde de la desesperación más absoluta y al borde casi de una explosión social histórica. Bueno, pues, en esas estamos. Hoy se anuncia que en el empleo público se reduce la tasa de reposición de efectivos al 10%, eso significa que de los empleados públicos que se jubilen, se mueran, se vayan, se van a reponer sólo el 10%, ¡para todas las administraciones públicas, tengan las necesidades que tengan! Esto es así. Ya sabéis cuales son las recomendaciones de moderación salarial, y, por supuesto, desde el principio la espada que tenemos encima es la de la reforma laboral. Esa al gobernador del Banco de España no se le cae de la boca, a Díaz Ferrán no se la cae de la boca… Es decir, el problema ha sido que los trabajadores, pues “que nos hemos hecho a la buena vida y esto hay que corregirlo de alguna manera”. Revertirlo yo creo que con razones no es difícil, lo que necesitamos es acumular fuerza.

Voy a terminar con una mención para confirmar lo que ha dicho José Antonio: que hay quien se llenaba los bolsillos, quien se ha llenado los bolsillos, y quien se sigue llenando los bolsillos. Una mención muy breve que es la que me toca profesionalmente, que es la parte de los impuestos. Otra de las cosas que se nos viene encima sabéis que es la subida sobre todo del impuesto indirecto por antonomasia, que es el IVA, sabéis que la subida entra en vigor el 1 de julio: el tipo general del IVA sube del 16% al 18% y que el tipo reducido sube del 7% al 8%. Dejan sin tocar el tipo súper-reducido del 4%. Vamos, el del 7% y el del 16% no se aplica a bienes de lujo, se aplica a cosas que compramos todos y todos los días, porque cuando lo anunciaron parecía que era solamente el impuesto de lujo el que subía. El del 7% se aplica al pescado, se aplica a casi toda la comida, salvo los productos de primera necesidad. Van a subir el IVA de la ropa, etc. Pero además tiene un agravante: se sabe perfectamente que la subida de un impuesto como el IVA en un periodo de crisis económica como el actual normalmente no tiene apenas ningún impacto en la recaudación de ingresos públicos. Eso ya pasó en el año 93 cuando se subió el tipo general del IVA al 16%. La subida se la comió el fraude fiscal.

En situaciones de crisis económica las subidas de los impuestos indirectos se las comen los grupos empresariales, que tienen miles de formas de hacerlo. Pero no pueden decir que no estén advertidos. Nada más anunciar la medida lo dijo la asociación profesional de inspectores de Hacienda, y recordó las cifras del año 93. Bueno, ni aún con esas. En la parte de impuestos a quien menos caso le hace el gobierno –este gobierno, el anterior, y el otro– es a los técnicos de la Agencia Tributaria que trabajan todos los días. Es a los que menos caso les hacen. Normalmente ya tienen consultores de los bancos.

Bueno, pues os voy a contar solamente un caso de cómo funciona el sistema tributario en este país en el que la Constitución ordena (el artículo 31 de la Constitución…) Yo llevo diciendo un tiempo que nos tenemos que organizar los constitucionalistas en contra de los radicales como Díaz Ferrán, el gobernador del Banco de España, el gobierno y el Partido Popular que quieren derribar la Constitución del 78. Nosotros nos tenemos que organizar, porque éstos se leyeron solamente el artículo de unidad de la Patria, y el resto no se lo leyeron. Hay 169 artículos y hay uno, que dice, que los ciudadanos y ciudadanas de este país debemos contribuir, según nuestra capacidad económica, al sostenimiento de los gastos públicos por un sistema tributario justo que se basa en los principios de progresividad e igualdad. Progresividad quiere decir no solo que pague más quien más tiene sino además que pague una proporción mayor quien más gana, quien más tiene. Lo de la competitividad no lo dice la Constitución en ningún sitio. El sistema fiscal es un sistema de redistribución de riqueza. Y a parte todas las contrarreformas que se vienen acometiendo en estos últimos años hay casos que salieron levemente durante un mes el año pasado, el de las Sociedades de Inversión de Capital Variable, que son un tipo de sociedades que tributan al Impuesto de Sociedades por el 1% en lugar de al 30%, que es el tipo genera del Impuesto de Sociedades. No son sociedades mercantiles al uso, son una sociedad de una entidad colectiva de inversión, y es donde están todas las grandes fortunas de este país, para eludir el fisco. Una vez que obtienen beneficios y los reparten tienen que pagar el Impuesto de la Renta, el 18%, o a partir de ahora el 19% o el 21%, pero hay mecanismos de aumento de capital y coordinándolos con los repartos de beneficios para librarse de eso sin mayor inconveniente.

Claro, la ley exige que al menos tengan 100 socios una entidad de ese tipo para que no sea en realidad una sociedad mercantil que debería tributar al 30%, para que no esté gobernada por una o dos familias, y para que no puedan hacer los manejos correspondientes. Pero si uno va al BBVA, al Banco Santander o a cualquier gestor de fondos, y tiene dinero suficiente (vosotros no lo intentéis) te dan los 99 socios falsos, sin mayor problema, y eso se sabe. En el año 2005 la inspección fiscal decidió meter mano a estas sociedades, levantó actas de inspección y destapó una deuda de 80 millones de euros. Además las actas eran con acuerdo, eso quiere decir que las propias sociedades firmaron que estaban de acuerdo con el acta, con el fundamento jurídico y con la liquidación. Y tuvieron que avalar la cuantía. Es decir, el dinero estaba ahí, depositado, por esas sociedades. Inmediatamente después de eso, Convergència i Unió se dirigió al Congreso, denunciando “la agresiva actitud de los inspectores de Hacienda, que estaba poniendo en peligro los fondos de ahorro de este país”. Entonces acordaron, Convergència i Unió, el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español, que quitaban la competencia para controlar a esas sociedades a la Agencia Tributaria y se la daban a la Comisión Nacional del Mercado de Valores. A continuación, a pesar de que habían firmado las actas con acuerdo, se dirigieron los gestores de fondos al Tribunal Económico Administrativo Central, quien dijo que la nueva norma aprobada en el Congreso debería aplicarse con carácter retroactivo, con lo cual se anularon todas las actas de inspección y se condonaron todas las deudas. Y la inspección fiscal tuvo que devolver los 80 millones de euros que estaban ya en depósito, en la caja pública. Es decir, que aquí el sistema tributario es progresivo, es decir, cuanto más tienes menos pagas y cuanto menos tienes más pagas. Es así como se roba, es así como se trinca, y efectivamente si trincas mucho –como decía Moro– pues no te pasa nada. No sólo que no te pasa nada sino que los diputados están preocupadísimos por tu estado de nervios.

Esto es lo que tenemos que revertir. Yo creo que razones no sobran, lo que nos falta es mucha fuerza. Pero por medio de la razón quizá podamos ir acumulándola.