7 en la escala de Richter , Francisco Ruiz Carrasco

Los pobres le importan tres cojones a Dios y al Diablo. Cada equis tiempo nos desayunamos con algún terremoto, peste o riada que infectan el aire de miseria y desesperación. El Telediario saltará de Haití al penúltimo eructo de la curia, para terminar con el nuevo disco de Alejandro Sanz; nosotros nos terminaremos el croissant y el café, le preguntaremos a la contraria por la lista del Mercadona, y cinco minutos después la principal preocupación del día será ese michelín infame que nos arruina la línea de cara a la piscina el próximo verano. Es lo que tiene la tele: los muertos no huelen, así que se olvidan rápido. Don’t think twice, it’s allright, que cantaba Bob Dylan (1).

Y es que probablemente, nunca se había conseguido poner tanto cloroformo en la atmósfera. Una porción escasa del mundo, la desarrollada dicen, es narcoléptica y reposa su sueño en un escenario de luces monótonas y acordes polifónicos; el resto de la población, las tres cuartas partes de la humanidad, sólo malvive o muere, y su máxima aspiración consiste en sobrevivir sin demasiado dolor. Quizás la próxima revolución la comience algún personaje de ésos de Saramago, o bien la multitud cansada de andrajosos que se una en la desesperación y resuelva hacer justicia de una puta vez, aunque no parezca probable. Don’t think twice, ciudadano del primer mundo, porque todo it’s allright .

Me cruzo con la amazona del segundo en el ascensor y rápidamente aguanto el aire y escondo la lorza, Buenos días, Buenos días, Buenos te los iba a dar… exactamente igual que los nuestros en Copenhague: cuando aparece la guapa Barack aguantan la bocanada y todo es flirteo. Con la amarilla del Todo a cien, sin embargo, se ponen en plan Torrente: “¡Chinita pssst chinita! ¿esto qué coño es?” “Celdo aglidulce” “¡Esto son cortezas con mermelada! chinita, ¿y el pan? ¿pero y cómo coño se come sin pan?” y tienen la asadura de exigirle los recortes que nosotros no hemos hecho en ciento cincuenta años de echar mierda al aire y a los ríos, como si el problema fuera cosa de los que vienen detrás. El viejo Occidente y su fundamentalismo basado en la superioridad, con sus vertederos de la doble moral y su gratuidad ominosa aún no entiende que el camino se demuestra andando. Pero Don’t think twice, it’s allright, compañeros, se les pone aranceles a los Made in China y listo. Al fin y al cabo no hablábamos de otra cosa que no fuera dinero (¿o sí?)

Cuando la jamona desaparece del ascensor suelto el aire y me encuentro cara a cara con el pájaro que suele mirarme desde el espejo. A pesar de sus prejuicios y anteojeras, aún con su lorza de consumidor compulsivo resuelvo que no es un mal tipo, un tanto confuso por el despliegue pirotécnico con el que le aturden, pero malo no, y deduciendo de sus rasgos milenarios de labrador fugado me sobreviene una revelación de tipo místico: con esa cara nunca le mandarían a Copenhague, ni a Haití, ni a la ONU, ni siquiera al Ayuntamiento de su pueblo, pues la política sólo es cuestión de actores y puesta en escena, de caras atractivas en un sí que es no y a ti te encontré en la calle, o sea, que con esa jeró tan sólo puede esperarle un tifón o una peste o el desprecio de la pirruqui del segundo, que para su actual baremo de preocupaciones es un siete en la escala de Richter, pues tiene cara de intemperie, de menesteroso, de devorable, de que se ha colado en el Baile sin invitación, de que le importa tres cojones a Dios y al Diablo, y lo que es peor, no sabe que tras Don’t think twice, it’s allright viene otra canción más puñetera: It’s allright Ma, (I’m only bleeding)(2), y él mientras pensando en la lorza…

(1) "No te preocupes, todo está perfecto"
(2) "No te preocupes Mamá, solo estoy sangrando"

Francisco Ruiz Carrasco