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jueves, 14 de mayo de 2009

La escuela de la II República y la escuela actual

Cuando el 14 de abril de 1931 se proclamó en España la II República,
el 32,4% de la población era analfabeta y ni siquiera se disponía de datos sobre el número de colegios existentes y su situación. Los profesores de primaria estaban divididos en diez franjas salariales, dependiendo del tamaño de la población en la que trabajasen, llegando a tener enormes problemas para cobrar en las zonas rurales. La educación estaba en su mayoría en manos de la iglesia católica, que era libre de abrir todo tipo de colegios y cuyos docentes estaba exentos de poseer la licenciatura necesaria para impartir clase en Secundaria.



Se realizó un estudio urgente del que se dedujo la necesidad de crear 27.151 escuelas de inmediato. Está claro que ni las condiciones económicas ni el número de profesores con que se contaba hacían viable esta solución, pero aún así, se diseñó un plan para crear 7000 escuelas en 1931 y 5000 en cada año siguiente, se revisó la situación salarial de los tres niveles inferiores de maestros, recibiendo importantes incrementos salariales y garantías de cobro.

La Segunda República se consideraba heredera de la idea de escuela única que se había defendido por anarquistas y socialistas en el siglo XIX. La escuela única se definía como laica, gratuita, obligatoria y unificada, además de financiada exclusivamente por el Estado.
Durante este periodo histórico, la educación se situó en el centro de a agenda política, dado que imperaba la idea de una regeneración del país mediante la extensión de la cultura a toda la población. Se entendía que una democracia sólo era posible si se propiciaba una educación científica en lugar de la tradicionalmente dominada por la Iglesia. Un pueblo analfabeto, que solo recibía la “palabra escrita” desde el púlpito, era un pueblo domesticado y oprimido. Esto promovió la construcción de colegios y la variación de los programas de estudios para su modernización incluyendo disciplinas relacionadas con la formación profesional y la experimentación, fomentando una valoración del trabajo y de la investigación frente a la enseñanza puramente memorística; también se hicieron grandes esfuerzos en la formación de nuevo profesorado exigiendo unos conocimientos adecuados que en muchos casos no se tenían, sobre todo en las zonas rurales donde la situación de la escuela era caótica.

Durante estos años el gobierno destinó un 5,69 por ciento, 5,92 por ciento, 6,57 por ciento y 7,8 por ciento de los presupuestos del Estado a la educación, bajando la inversión con la llegada de la derecha. En total, durante el periodo republicano se emplearon 16.155 profesores, se construyeron 12.862 nuevas escuelas y se escolarizó al 53% de la población en edad escolar.
Por otra parte hubo un importante movimiento para la extensión de la cultura a los pueblos a través de exposiciones itinerantes, protagonizado por anarquistas y socialistas y conocido como “misiones pedagógicas”

Con el golpe de Estado fascista se suspendió todo este proyecto, y en las zonas “nacionales” se inició un proceso de depuración que afectó a más de 60.000 maestros (el 80% de los profesores de primaria) , los cuales fueron obligados a abrazar las ideas del régimen, o bien suprimidos de sus plazas, y en muchos casos encarcelados y fusilados.

Ya en septiembre del 36 se legisló la supresión de la coeducación (educación mixta) y la educación laica, así como el uso de los idiomas nacionales, obligando al uso único del castellano. En 1939 se introdujeron dos nuevas materias, Formación Política para los hombres y Estudios Domésticos para las mujeres, que al igual que la Educación Física sólo podían impartirse por miembros del movimiento y se decretó la enseñanza obligatoria de la educación católica, poniéndose las escuelas bajo el control del párroco de la localidad que tenía que certificar junto con el jefe falangista local, la “buena conducta” de los maestros. Cerrando de este modo la cadena de control social hasta en el pueblo más pequeño.

Todo esto es historia pero la historia nos afecta y nos sirve para ser conscientes del tipo de escuela que quisimos construir y el tipo de escuela que nos impusieron, con el objetivo de reflexionar sobre a qué se acerca más la deriva que está tomando nuestro actual sistema educativo. Es evidente que la educación es más que un servicio público dado que es uno de los elementos socializadores más importantes con los que cuenta un pueblo y puede seguir los dos modelos antes vistos: el desarrollo de la libertad, o el ejercicio del control desde el poder.
En el presente, España cuenta con una escolarización prácticamente plena de toda su población en edad escolar, y el presupuesto dedicado a este cometido es mayor que el de la II República, dado que vivimos en una sociedad más rica. Ahora bien, mientras la 2ª República suponía un avance enorme en una situación de absoluta precariedad cultural y económica, en la actualidad estamos realizando el camino inverso. Los presupuestos se reducen año tras año, el porcentaje del PIB dedicado en comunidades autónomas como la de Madrid (2,4%) es similar al de países en “vías de desarrollo”, el abandono de la enseñanza pública es cada vez más evidente, avanzándose cada vez más en un modelo educativo financiado públicamente y gestionado privadamente (el número de alumnos en la concertada en la CAM supera el 25% y en Madrid capital el 45%)

En cuanto a la coeducación, en la 2ª República estaba decretada por ley y no se permitía la segregación en la escuela de niños y niñas, cosa que en la actualidad, sí sucede en muchos colegios concertados como los centros del OPUS DEI o de la fundación EDUCATIO SERVANDA, que regresan al modelo educativo propio del franquismo.

El 80% de los centros concertados son católicos ¿dónde queda entonces la aspiración de la democracia republicana a una enseñanza laica? A eso tenemos que unir la obligatoriedad de ofertar la enseñanza de la religión en todos los centros del estado español, y de hacerlo dentro del horario lectivo, con la discriminación que eso supone para todos aquellos que no desean cursar dicha materia.

Por último, se fomenta desde las instituciones una educación segregadora en la que prácticamente todos los alumnos con situación de desventaja social (mala situación económica, emigrantes en proceso de integración, desconocedores del castellano...) acuden a la escuela pública porque no pueden pagar las “cuotas voluntarias” que todos los colegios concertados cobran a sus alumnos. Esta situación se fomenta aún más con la realización de un ranking a través de unas pruebas de nivel, en el que aparecen los colegios mejor o peor situados según los resultados obtenidos por sus alumnos, con lo que se anima a los padres a mandar a sus hijos a los colegios con mejores resultados (aquellos a los que no acuden inmigrantes, ni alumnos de educación especial y en los que se invita a los alumnos que tienen que repetir curso a marcharse del Centro) Hijos que serán formados en una ideología ultraconservadora para ser los futuros explotadores del mañana o bien, en algunos casos, en un progresío hipócrita y caritativo para ser los futuros “intelectuales de la izquierda”(procedentes de colegios públicos situados en zonas bien o de concertados “alternativos)

La escuela pública (con todo lo que conlleva ese concepto de laicidad, coeducación y universalidad) es la única opción compatible con el desarrollo de una democracia radical. No se trata sólo de un lugar donde se trasmiten conocimientos sino de un lugar donde se enseña a pensar y a convivir con libertad y justicia. Es por eso que una escuela pública tal y como la concebida en la Segunda República resulta peligrosa a un sistema económico basado en la explotación y las desigualdades, y es por eso que los trabajadores debemos oponernos radicalmente a todos los ataques que está recibiendo, no sólo para evitar retrocesos, que quieren convertirla en un gueto meramente asistencial, sino también para exigir avances que nos acerquen a aquello por lo que lucharon tantos trabajadores y que nos está siendo arrebatado sin que apenas hagamos nada. Porque en la escuela pública es donde están los profesores más cualificados y que ejercen su trabajo con mayor libertad, porque es para todos y se convive con todos, y porque debería ser además laica, obligatoria y democrática.

María Olivares Cano

1 comentario:

  1. Enhorabuena por la creación del Ateneo. Os deseo un largo y fructífero trabajo.
    Salud y república.

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